LA MINA DE ARNAO

Autores Guillermo Laine San Román. Ingeniero de Minas y coordinador técnico de Sadim   CAPITULO II. LAS NEGOCIACIONES. Quien más quien menos conoce que, en 1833, Nicolas Maximilian Lesoinne, Joaquin Ferrer y Cafranga y Felipe Riera unen sus esfuerzos y deciden crear, en Asturias, una empresa a la que dan por nombre Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón, con un capital de 450.000 francos. Su única instalación durante los primeros años es una Mina de Carbón situada en Arnao, una pequeña localidad asturiana junto a la costa en el Concejo de Castrillón. Pero ¿qué hace que el Capital Belga se una a unos exiliados españoles para crear esta empresa? ¿Cómo gente perseguida y expulsada de un país decide invertir su dinero y esfuerzo en una aventura en la España gobernada por el Rey que les expulsó? ¿Qué motiva que el lugar de elección sea Arnao? Cuando en 1790, Don Melchor Gaspar Baltasar de Jovellanos plantea al entonces Rey Carlos IV la industrialización de España siguiendo el modelo Inglés, poco le hacía pensar que, años más tarde, concretamente a partir de 1826, la Monarquía española, representada en esa época por Fernando VII, volvería a hacer los mismos planteamientos. Tampoco podría pensar Don Gaspar, que el punto de partida sería claramente el mismo que él había diseñado: el Carbón de Asturias, el Hierro del País Vasco y la modernización del transporte con caminos carreteros y de Hierro. Situémonos: año 1820, España, 12 millones de habitantes. Durante la monarquía absolutista de Fernando VII, se reúnen tropas para la recuperación de las colonias americanas capitaneadas por Rafael Riego pero, en lugar de embarcar, este decide levantarse en armas (levantamiento de Riego), obligando al Rey a adoptar nuevamente la constitución de 1812. Comienza así el Trienio Liberal, que finalizará en 1823 con la entrada en España de los 100.000 Hijos de San Luis. Este apoyo de la Corona Francesa al Rey Fernando VII, permitió volver a instaurar el Absolutismo en España, lo que supuso que muchos ilustrados y liberales se viesen obligados a refugiarse fuera del país, hecho que tendrá trascendencia para nuestra historia. En 1825, en Barcelona, se inician las tensiones entre Carlos Mª Isidro y su hermano el Rey Fernando VII: serían los primeros escarceos que acabarían dando lugar a la sublevación de 1827 (más adelante estas diferencias se agravan y dan lugar a las guerras Carlistas). Estamos pues en un estado bélico mantenido, con el agravante de la pérdida de las colonias y la imposibilidad de su recuperación rápida, y con un país en estado de bancarrota. Es en ese momento cuando el Rey nombra a Luis Salazar y Salazar, nacido en Vitoria en 1758, responsable de la Papelera (como se denominaban entonces a las carteras ministeriales), de Marina.Imagen 1 Sin embargo, no es objeto de estas líneas el analizar la figura de Salazar. Lo interesante de nuestro protagonista es que ve la necesidad imperiosa de modernizar la Marina y nuestros ejércitos: la situación aconseja disponer de un buen ejército a la mayor brevedad y, para ello, es primordial dotar al país de una Fábrica de Armas de manera urgente, lo que le lleva a plantear la actualización de las Fundiciones de la Cavada y de Liérganes (en Cantabria), problema tanto técnico como económico. Uno de los puntos básicos de esta política se apoya en la figura del ilustre Ingeniero de Minas Fausto Elhuyar, antiguo presidente de las minas de Méjico y encargado de su ordenación y buen hacer. La corona le encomienda hacer lo mismo en España, creando para ello la Dirección General de Minas y promoviendo la Ley de Minas de 1825. Se inician así dos acciones básicas para esta modernización: una, la búsqueda de financiación extranjera y la otra, el análisis de la situación minera de España. Imagen 2Para la primera acción se ordena a Gregorio González Azaola, director de las Fábricas de Liérganes y la Cavada, que inicie visitas a los países industriales de Europa: Francia, Países Bajos e Inglaterra. Dejaba Azaola recogido, en un informe firmado en Noviembre de 1828 y que lleva por título “HORNAGUERA Y HIERRO”, los siguientes párrafos: “Restaba hacer público este rasgo eminente de la generosidad de S.M. que llama esta vez indistintamente por mi conducto a todos los capitalistas asi nacionales como extrangeros que gusten reunirse en compañías industriales para gozar con todas las seguridades imaginables de este tesoro immenso desaprovechado de las minas de carbón y hierro de España. ya lo está: ahora resta que haya quien sepa agradecerlo, aprovechándolo como se merece.” Recoge un poco más adelante: “¡y vosotros Americanos que morais indecisos a orillas del Garona y del Sena con esas masas de metal infructífero enterrado en las arcas¡ ¿Qué haceis así que no volais al Ébro a tan generoso llamamiento?, Vuestras serán esas minas de Hornaguera que valen más que todas las de oro y plata de ambas Americas, según lo atestigua Inglaterra.” Para finalizar añadiendo: “Los pormenores acerca de la organización de estas compañías, y los términos y condiciones que se desee estipular ya en las contratas con el gobierno, ya tocante al libre aprovechamiento de carbones y minerales, o ya en punto a asegurar su posesión y la perpetua estabilidad de las obras, fincas y demás pertenencias de los establecimientos, todo eso será materia de las conferencias particulares que se quieran tener con el comisionado por S.M,” Imagen 3Y firma como “GR. GONZALEZ AZAOLA” Fechando el documento en “Paris 10 de noviembre 1828; antes de salir a recorrer la Francia, Flandes e Inglaterra” Y con el objetivo doble de búsqueda de tecnólogos y de financieros, inicia Azaola su viaje en Febrero de 1829. Tal debe de ser la pobreza del país, que estos manifiestos claramente indican que todo aquel que tenga dinero, lo invierta en España; no hay distingos al color político ni al país de origen, el caso es recuperar la nación y dotarla de recursos suficientes para poder armar un ejército moderno. Los exiliados políticos liberales de 1823 se reencuentran durante el exilio y, algunos de ellos, establecen buenas relaciones con los financieros europeos. Tal es el caso que nos ocupa. Como veremos más adelante, a estos son a los que dirige Azaola sus mensajes. Imagen 4Para la segunda acción de análisis de la situación minera de España, se nombra una comisión de 4 facultativos que, retomando la idea de Jovellanos, analicen el estado de las minas de carbón de Asturias. Esta comisión la forman los Ingenieros de Minas y señores Don Joaquín Ezquerra del Bayo (nombrado años después primer catedrático de Laboreo de la Escuela de Minas de Madrid), D. Rafael Amar de la Torre, D. Felipe Bauza y D. Francisco García, emitiendo un informe titulado “Minas de Carbón de piedra de Asturias” (este informe ha sido editado recientemente por el Instituto Geológico y Minero de España), firmado el 30 de Abril de 1830 y elevado para la información de S.M el Rey en 1831. En este informe, en su introducción, podemos leer que la comisión la forman “Sujetos de acreditada instrucción en las ciencias físicas y la mineralogía; y habiendo merecido su real aprobación…”. Se preparan a lo largo de 1829 y se desplazan al Principado de Asturias en el mes de Diciembre de ese mismo año. Imagen 5Pero ¿qué ocurre en Arnao mientras tanto? En ese año de 1828, el quince de mayo, tal y como recoge el documento de la ilustración número 4 (inédito y localizado en el Archivo Histórico de Asturias), un vecino de Avilés llamado Juan Biesca, solicita dos minas de Carbón sitas la una en términos de Arnao, Feligresía de San Martín, Concejo de Avilés, y, contigua a ella, la otra, siendo ambas concedidas. Llama la atención ese escrito al final del documento y firmado por Guillermo Schulz en el año 1833, del cual daremos razón más adelante. Mientras la comisión de facultativos se prepara para su estudio y Juan Biesca trabaja en la mina de Arnao, Azaola continua con el encargo de Salazar sacando billete hacia Francia. Son los inicios del año 1829. No sabemos el medio de locomoción usado (¿Caballo? ¿Diligencia? ¿Barco? O una mezcla de todos ellos), tampoco conocemos el itinerario, pero sí nos cuentan que se entrevista con el embajador en París. Este le aconseja que encamine sus pasos hacia Bélgica, indicándole la existencia de unos exiliados españoles bien dispuestos como Martin de los Heros del que Por otra parte, no nos debe extrañar que con un ideario que él mismo recoge por escrito: “ningún reparo debo tener en declarar, que fui sinceramente constitucional, y que prefiriendo aquel sistema al feroz absolutismo, me decidí por él, y le seguí con lealtad hasta el fin”, tomase parte en el levantamiento de 1820 y le suponga el exilio a partir de 1823. Junto a él, muchos otros políticos de la época, con los cuales mantiene amistad, sufrieron un destino similar. Este exilio le lleva hasta Lieja, donde conoce en profundidad la vida política y social gracias a los once años que permaneció allí. Durante toda su vida, mantiene una relación estrecha con la Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón. El propio Jules Hauzeur (futuro presidente de la compañía), declarará, años posteriores en una carta a Antonio Flores, que el origen de nuestras relaciones en España radica en D. Martin de los Heros. Como decíamos, a través de Martin de los Heros, Azaola establece contacto con Joaquin Maria Ferrer y Cafranga, que organiza una primera reunión en Val-Benoit, lugar donde la Familia Lesoinne tiene sus negocios mineros; es el mes de marzo de 1829 y en esta reunión es donde aparecen por primera vez los futuros accionistas de la Real Compañía. Participan: Imagen 6Joaquín María Ferrer y Cafranga: Perfecto representante de una nobleza española, digno, elegante, cultivado, rico e ilustrado. Fue Vice-Rey de España en las colonias, conocido por su vicereinato en Perú. Liberal; participa en las cortes de Cádiz cuando la ocupación de Napoleón; interviene en las intrigas de palacio y en la política española; también forma parte del Gobierno Liberal que triunfa en la España de 1820 a 1823. Por esta actividad es condenado en 1823 y, como consecuencia, se exilia en Paris y Bélgica. Es uno de los Fundadores de la Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón. Imagen 7Nicolas Maximilien Lesoinne: Liberal de Lieja que en el siglo XIX domina la vida política, económica y cultural de esa ciudad, de buena educación. Estudia en Paris, rodeándose de buenos amigos influyentes de la época: Devaux, Lebeau, Hauzeur. Se especializa en el comercio, sobre todo en temas de armas, creando su propia Fundición de Armas en Val-Benoit (Belgica), lugar de la reunión. En 1824 organiza una Mina de Carbón en Val-Benoit que su padre había comenzado. En esta empresa cuenta con la ayuda de, entre otros, COCKERILL. En 1826, ya crea negocios en España: uno en Galicia, para una forja, e intenta iniciar una fábrica de hierro. Industrial, político, católico practicante, Franc-mason y amigo íntimo del Rey Guillermo. Crea con su familia una gran red de influencias en la economía Belga y Europea. Es uno de los Fundadores de la Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón. Imagen 8Philippe Adolphe Lesoinne. Tercer Hijo de Nicolás Maximilien; gran técnico, ingeniero de Minas por la Escuela de Paris y, años más tarde, profesor de Metalurgia de la Escuela de Minas de Lieja. De un gran prestigio y muy reconocido en Bélgica, formará una parte muy importante y fundamental en el desarrollo tecnológico de la mina y de la futura empresa (junto a su sobrino Jules Hauzeur, será el gran transformador del espacio territorial de Arnao). En los inicios de la Mina desempeñará las funciones de Director Técnico y será el artífice del primer camino de Hierro introducido en las minas de Asturias en 1836. Junto con su abuelo, es uno de los Fundadores de la Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón John Cockerill: Digamos que es el gran industrial Europeo de la época, el rey del acero y de la maquinaria, sobre todo Textil, pero también de maquinaria minera. Gran amigo de la familia Lesoinne y socio de ellos en Val- Benoit, estaba destinado a ser el Tecnólogo de la sociedad. Imagen 9Felipe Riera: Pocos datos tenemos de él. Se trata de un Financiero de España que forja una gran fortuna por sus negocios en Francia, dispone de casa en París donde reside la mitad del año y tiene grandes relaciones en Francia. Aunque no interviene en esta primera reunión, si hace llegar su intención de sumarse a la aventura. Formó parte de los fundadores de la Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón. Está presente, cómo no, Gregorio Azaola, el cual ya nos es conocido. Y como actores secundarios en nuestra Historia, aparecen en la reunión Suerdmondt (socio de Lesoinne), y el Marqués de Pontejo (representando a la corona de España. Entre todos se disponen a discutir las condiciones para modernizar las fundiciones españolas, la búsqueda del Carbón y del Hierro necesario. El primer acuerdo es rápido y con tres conclusiones a modo de resumen: a)      Se realizará una visita preliminar a la Cavada, Liérganes, y minas cercanas (en Cantabria), por personas competentes, designándose al efecto a D. Adolfo Lesoinne y a Mr. Duval, Ingeniero de Cockerill. b)      El Gobierno Español debe comprometerse a no escuchar a nadie más mientras dura el estudio. c)      Si todo salía adelante, se crearía una sociedad de un millón de francos (muy por encima de los 450.000 finales en los que quedó la RACAMC), con la siguiente distribución: 500.000 francos, los belgas (Lesoinne y Cockerill), Ferrer, 250.000; Pontejos, 100.000 y Riera, 250.000 francos. El viaje, que hemos de suponer a caballo, comienza a prepararse a la salida de la reunión del mes de Marzo, partiendo hacia España el 12 de Mayo. Entran por el País Vasco, donde examinan algunas minas de Hierro, Plomo y Blenda, haciendo alguna adquisición y creando una sociedad con empresarios locales para su explotación (en concreto, para una vieja mina de Plomo cerca de Oyarzun). El 14 de Julio llegan a Cantabria, donde Azaola les enseña las fundiciones que él dirige; examinan las instalaciones e inspeccionan el entorno en busca de minas de Carbón. Finalmente, Adolphe Lesoinne, por indicación de Azaola, continúa el viaje hacia Asturias. Imagen 10El 29 de Agosto de 1829 se encuentran ya en Bélgica, donde tiene lugar una nueva reunión en Val-Benoit (los mismos personajes). Adolphe y Duval presentan su informe y conclusiones: las instalaciones existentes en La Cavada y Liérganes, no podrán ser utilizadas de una forma rentable, pues hay malo y poco carbón en las proximidades y el transporte del mismo desde Asturias es muy caro. A mayores, para modernizar estas fábricas es necesario realizar importantes inversiones (altos hornos, hornos de reverbero…). Por el contrario Adolphe Lesoinne, da una visión muy positiva de Asturias por su riqueza en Carbón y su proximidad al mar, considerando Mieres y Sama de Langreo como lugares de gran interés para la instalación de las fábricas en proyecto. El tres de Octubre de 1829, se concluye el acuerdo. Los asociados deciden construir su fábrica de Hierro en Asturias e ir personalmente a Madrid para la discusión con el Gobierno español. El viaje se retrasa, pues Cockerill sale hacia Berlín para negociar la apertura de una nueva Fundición en ese lugar. Este retraso lo aprovecha Adolphe Lesoinne en un nuevo viaje a España para presentar a Fausto Elhuyar y a Salazar la problemática que la Ley de Minas de 1825 plantearía al futuro de la sociedad. Imponía a las concesiones mineras una superficie máxima de 167 x 83 metros, a parte de los costes por concesión y el porcentaje que debían pagar al Estado, lo que les encarecería mucho las condiciones de explotación de las minas de Hierro, Carbón y Plomo. Salazar y Elhuyar acuerdan buscar soluciones e interceder ante el Gobierno. En el mes de Noviembre de este año de 1829, los futuros accionistas escriben su propuesta al Gobierno de España en donde solicitan la exención Fiscal y no aplicar la limitación territorial de las concesiones mineras. Además, subordinan la intervención de los industriales Belgas a la revisión de la Ley de Minas existente. Los accionistas siguen siendo los indicados inicialmente: los belgas Lesoinne y Cockerill; Ferrer, el Marqué de Pontejos y Riera. John Cockerill sigue presente y la vocación siderúrgica de la empresa está claramente marcada. El planteamiento sigue siendo: el Hierro del País Vasco y el Carbón de Asturias a cambio de una Siderurgia en Asturias. La contestación del Gobierno español se hace esperar. En el mes de Diciembre de 1829, la comisión de los cuatro facultativos nombrada por Elhuyar, se desplaza a Asturias e inicia su inspección. Realizan un informe que ve la luz el 30 de Abril de 1830. Hemos de suponer que la Corona está esperando el resultado de estas investigaciones antes de contestar a los futuros accionistas de la mina de Arnao, pues en su introducción, refiriéndose a las investigaciones, podemos leer: “El resultado de estas han sido los planos y relaciones que comprende la presente obra, que elevados por la Dirección con su informe al superior conocimiento del Gobierno, han merecido la soberana aceptación de S.M que por Real orden de 6 de agosto último se ha servido disponer su impresión para instrucción general, entretanto que examinada la propuesta hecha por una compañía de sujetos acaudalados y facultativos extranjeros, asociados con otros nacionales para la aplicación de una gran parte de los criaderos de carbón mineral, que en ella se dan á conocer, al establecimiento en grande de fundiciones de hierro en sus inmediaciones y a la exportación de dicho combustible a otros países, se determinan para su aprovechamiento las medidas que mejor puedan llenar sus benéficos paternales designios”. Claramente en este párrafo se hace mención a las negociaciones que se están realizando con los futuros propietarios de la Real Compañía Asturiana de Minas y que desembarcarán en años posteriores en la Mina de Arnao. También, en este informe, en la página 35 se menciona lo siguiente: “ … se encuentra el criadero de Santa María del Mar, en el concejo de Castrillón. En este criadero se han hecho algunos trabajos algo más ordenados que en ninguno de los otros, sin embargo no han sido bastante bien dirigidos y se han hundido en este invierno. La estratificación general del terreno es de 55ºal N.O., pero en la concha de Arnao se ve que ha sido enteramente trastornada y ha quedado en una inclinación de solo 28 y medio grados al S.O., como se manifiesta en el corte número 3. En este parage es donde hemos visto las capas de carbón de mayor potencia, llegando a ser de quince pies, pero con una capa de pizarra interpuesta. El carbón se presenta allí tan abundante, que se ve asomar por todas partes, particularmente en la bajamar, pero es demasiado piritoso y terroso….” Sabemos que la mina de Arnao tenía un propietario que era Juan Biesca, al que aludimos anteriormente. En este informe, se dice que la que la mina de Arnao se ha hundido y no está bien dirigida, lo que motiva que el Gobierno la pueda declarar como abandonada y retirar la concesión a Juan Biesca, tal y como pone de manifiesto en el escrito de la concesión esa anotación hecha por Guillermo Schulz en el año 1833 a la que aludíamos anteriormente ( y que puede verse en la ilustración 4), en la que dice: “declarada abandonada e incorporada a la concesión de la Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón en el año 1833”. También observamos que este hecho si preocupó a la RCAMC, pues en cartas de años posteriores podemos ver cómo se menciona, por El Ingeniero de la empresa, que el señor Juan Biesca sigue de cerca la marcha de la Mina con la pretensión de presentar demanda en el caso que esta se paralice o sufra algún percance. Esto sugiere que el abandono de la mina por su antiguo propietario no debió de ser pacifico o, al menos, que intentaba recuperar su explotación. El Gobierno responde, pues, a la propuesta enviada por los accionistas en noviembre de 1829 mediante la publicación de una Real Orden de marzo de 1830, en la cual acuerda conceder, a la Sociedad y a sus minas, 25 años de privilegios. Una vez pasado este periodo, la Sociedad debería de someterse a la Ley en vigor. Poco después, a lo largo del mes de Mayo, John Cockerill y el Marqués de Pontejos deciden abandonar la Sociedad en ciernes. Mientras, el resto de los accionistas envían una nueva propuesta al Gobierno español, en la que, lejos de abandonar la idea siderúrgica, la refuerzan, cuestión que pone de manifiesto Nicolas Maximilien Lesoinne, en una carta enviada a Charles Hauzeur, indicándole que su idea no es la de una fábrica de armas, sino la explotación de Carbón y el montaje de un Horno alto que pueda ofrecer buenos productos de Hierro a la fábrica de armas. Asimismo, montaría un segundo horno si el primero tenía éxito, aunque para ello sería necesario hacer algunas concesiones. Vemos pues que, aún en esta primera ausencia de Cockerill (más adelante volverá a incorporarse a la aventura), los accionistas siguen con su vocación Siderúrgica. En el mes de Julio de 1830, la familia Lesoinne, Padre e Hijo, junto con el ingeniero Perdonnet, viajan a España con el objetivo de cerrar las negociaciones y empezar los trabajos. La guerra hace aparición nuevamente, en este caso en los países bajos, lo que obliga a la ausencia de Maxilmilian Lesoinne. Adolphe Lesoinne y Pedonnete aprovechan para un nuevo viaje a Asturias y analizar la problemática sobre el terreno. La enfermedad de Fernando VII, junto con la guerra de los países bajos, hacen que nuestra aventura se detenga y se produzca un gran silencio hasta noviembre de 1831, fecha en la cual Luis Salazar envía un escrito a los accionistas Belgas preguntándoles si mantienen aún el interés según el último escrito enviado. La respuesta es rápida y afirmativa, si bien sería necesario revisar las condiciones acordadas con la administración española en Julio-Agosto de 1830 y que fueron precisadas en la memoria de 20 de Agosto (esta respuesta, fechada en Diciembre, lleva nuevamente la firma de Cockerill, hemos de suponer que su amigo Maximilian le convence para la vuelta al negocio). En este caso, las nuevas condiciones solicitadas dan lugar a una respuesta negativa por parte del Gobierno español, entrándose en un nuevo periodo de negociaciones. La conclusión de las mismas se acelera con la intervención de Salazar ante el Rey y la solicitud del Rey a sus ministros, dando lugar a una “Real Orden” de 4 de septiembre de 1832, en la que se da satisfacción a las demandas de los industriales. Riera firma el contrato el 31 de Diciembre en nombre de Cockerill, Ferrer y Lesoinne. Después de la publicación de la Real Orden en el mes de Agosto de 1833, Lesoinne Padre e Hijo, junto con Cockerill y Suerdmont y guiados por Ferrer (que después de la amnistía de 1832 puede viajar a España sin problemas), recorren Asturias y llegan a Madrid. Aquí es donde empiezan los misterios: lo único que conocemos es que, en el mes de Septiembre de 1833, John Cockerill se encuentra solo en Madrid en reunión con el Ministerio y, después, toma la decisión de retirarse como accionista de la futura sociedad. Mantenía sus dudas sobre la lejanía entre las minas de Somorrostro (el Hierro), y las Minas de Carbón de Asturias, y consideraba muy alta la inversión inicial. En todos los escritos sobre la Real Compañía se concluye que, ante la retirada de John Cockerill y dada la ausencia del socio tecnológico, los señores Lesoinne, Ferrer y Riera, acuerdan limitar el negocio al Carbón, reservando a este efecto la concesión de las minas de Arnao y Santamaria del Mar. Y es esta decisión la que nos sorprende o, al menos, la que nos cuesta trabajo entender después de todo el relato anterior. ¿Por qué la retirada del socio tecnológico motiva el abandono del proyecto siderúrgico, cuando los señores Lesoinne disponen de fundiciones de armas en Galicia y en Bélgica? La formación siderúrgica y el prestigio Metalúrgico de Adolphe Lesoinne ¿no cuenta? En el anterior abandono de Cockerill, el resto de los socios ¿no habían manifestado su interés en seguir adelante con el proyecto siderúrgico? ¿Por qué, en el año 1834, los socios siguen manifestando su interés en montar una fábrica en Asturias y solicitan permiso, que se les deniega, para una fundición de cobre? Y lo que también llama poderosamente la atención ¿cómo es que la corona les concede los mismos privilegios para montar una Mina que para una siderurgia, cuando lo que se persigue es esto último? Estas son preguntas que nos pueden dar lugar a nuevas indagaciones en esta historia tan interesante y que tanto tiene que ver con la industrialización de Asturias y de España. Aquí quedan estas cuestiones en el aire para ver si alguien más puede ir arrojando luz sobre ellas. Por nuestra parte, nos atrevemos a lanzar una cuestión a considerar: la guerra Carlista, ¿no será que el Gobierno Nacional no considera seguro una fábrica de acero en el norte para que caiga en manos de los Carlistas? Como idea a investigar parece tener consistencia, pero no existe veracidad documental sobre ella. Imagen 11Sea como sea, el 8 de Octubre de 1833, cuando se constata la imposibilidad de establecer una fábrica de Hierro en Asturias, el gobierno acepta la nueva propuesta de limitarse al Carbón en Arnao y Santa María del Mar, trasladando los privilegios a la nueva situación. Conocido es el documento relativo a la “Real Orden del 14 de Noviembre de 1833” (figura en el Museo de la Mina de Arnao, sito en Castrillón, Asturias), en el cual, se les concede los privilegios. El 28 de noviembre de 1833, se firma un contrato con la dirección general de minas y el 30 de abril de 1834, se inscribe la sociedad ante notario con el nombre de REAL COMPAÑÍA ASTURIANA DE MINAS DE CARBON. Los trabajos se inician el 20 de Diciembre de 1833, como queda de manifiesto en la carta enviada por Armando Nagel a Nicola Maximilian Lesoinne, con fecha 1 de Enero de 1834, pero eso forma parte de otro capítulo de la Historia.   Fuentes consultadas Archivo de Asturiana de Zinc. Archivo Histórico de Asturias. Archivo del Senado Español. Les archives de l’État en Belgique. Universite Catholique de Louvain, LA COMPAGNIE ROYALE ASTURIENNE DES MINES, memoria presentada para la obtención del grado de Licenciado en filosofía y letras rama de Historia por F. GIL DELGADO. En el año académico de 1981-82 Archivos del Instituto Geológico y Minero Informe de Azaola. HORNAGUERA Y HIERRO. texto completo en: http://fondosdigitales.us.es/media/books/4319/hornaguera-y-hierro.pdf